
El fundamentalismo nace como reacción a la modernidad en el siglo XX en Estados Unidos, caracterizándose por una defensa rígida de los fundamentos del cristianismo protestante. El modelo contenido-reacción-afecto define una creencia fundamentalista por cuatro condiciones: contenido doctrinal fuerte, reacciones inflexibles, convicción absoluta y carga afectiva. El fundamentalismo se manifiesta en diferentes religiones y ámbitos, incluyendo el nacionalismo y el mercado, y se caracteriza por vicios intelectuales, dinámicas de grupo y certeza absoluta. Según Edward Farley y Rik Peels, el fundamentalismo es una respuesta al trauma cultural de la modernidad, que trajo consigo la pérdida del monopolio religioso sobre el conocimiento y nuevas formas de vida.