
En 1787, fray Manuel Torres halló huesos de enormes dimensiones en Argentina, que luego se identificaron como pertenecientes a un perezoso gigante llamado Megatherium. Los científicos tardaron más de un siglo en determinar que este animal se apoyaba sobre sus patas traseras y la cola. Un estudio internacional publicado en la revista Science determinó que los perezosos terrestres gigantes desaparecieron hace 12.000 años debido a la actividad humana. El estudio analiza fósiles y árboles evolutivos de 67 géneros de perezosos y concluye que la diversidad de tamaño corporal estuvo determinada por sus hábitats. Los primeros perezosos eran terrestres y corpulentos, con un peso de entre 70 y 350 kg, pero sus descendientes desplegaron un abanico de formas gracias a las diferentes presiones evolutivas. El Megatherium americanum, clasificado por Cuvier, dominaba los paisajes del Pleistoceno con un peso de más de 4 toneladas. La miniaturización surgió repetidamente asociada a estilos de vida arborícolas. El estudio identifica un colapso en dos etapas: las especies continentales desaparecieron a medida que los humanos se extendían por América, mientras que las de las islas sucumbieron más tarde. La cronología de extinción refleja la expansión humana, y la evidencia sugiere que la caza humana provocó la extinción de los perezosos terrestres de gran tamaño.