Un estudio japonés publicado en Nature Metabolism en abril de 2025 sugiere que la temperatura ambiental previa a la concepción podría dejar una 'huella energética' en el cuerpo de los futuros hijos, modulando su metabolismo décadas después. El estudio involucró a más de 740 adultos sanos en Japón y encontró que las personas concebidas en invierno tenían niveles significativamente más altos de actividad de grasa parda, mayor gasto energético total, menor índice de masa corporal (IMC) y menos grasa visceral. La exposición al frío antes de la fecundación aumenta la actividad de la grasa parda (BAT) en la descendencia, lo que mejora el gasto energético y protege contra el aumento de peso con la edad. Los individuos concebidos en invierno quemaban hasta 1,5 veces más calorías tras el frío leve y mostraban un mayor gasto energético diario, incluso en reposo, un 5,8% más alto que los concebidos en verano.