
Amy Orben y J. Nathan Matias, expertos de la Universidad de Cambridge y la Universidad de Cornell, respectivamente, advierten que la ciencia no puede seguir el ritmo de la tecnología y que se necesitan más datos y transparencia para entender cómo la vida digital impacta en la sociedad. Proponen registrar la influencia de la tecnología en estadísticas oficiales y equilibrar riesgos y beneficios. También sugieren realizar experimentos más rápidos y en paralelo, y crear listas de riesgos y fomentar alternativas más seguras. La clave es exigir información, acelerar la investigación y apostar por decisiones basadas en la protección de la vida antes que en la protección de las ganancias.