
A partir del 20 de junio, todos los smartphones y tablets que se vendan en la Unión Europea deben incluir una etiqueta energética que muestra información sobre la eficiencia energética, durabilidad, reparabilidad y autonomía del dispositivo. La etiqueta se basa en cinco criterios: durabilidad, longevidad de la batería, reparabilidad, soporte de software y acceso para reparaciones. Los fabricantes deben proporcionar datos precisos y la Comisión Europea verificará la información. Se espera que la iniciativa reduzca las emisiones de CO₂ en 46 millones de toneladas y ahorre a cada hogar una media de 150 euros.