
La guerra en Ucrania ha entrado en una fase autónoma, con la aparición de robots lanzallamas y aviones armados con escopetas. Rusia ha adaptado el avión Yak-52 para detectar y derribar drones, mientras que Ucrania ha aprobado la incorporación del Krampus, un vehículo terrestre no tripulado que puede lanzar rondas termobáricas. El Krampus tiene una autonomía operativa de varias horas y puede transportar cargas explosivas mayores que los drones aéreos. La guerra en Ucrania se ha convertido en un laboratorio para la tecnología militar del siglo XXI, con la reutilización de recursos disponibles y la innovación técnica.