
El 28 de septiembre de 2003, un apagón masivo afectó a Italia, dejando sin electricidad a 57 millones de personas. El fallo comenzó en una línea de alta tensión en los Alpes suizos, donde una rama de un árbol impactó contra el cableado, provocando un cortocircuito. La pérdida de esta línea y otra crucial en el paso de San Bernardino llevó a un efecto dominó, causando la desconexión automática de centrales eléctricas y la fragmentación de la red eléctrica italiana. El apagón duró entre 4 y 18 horas, dependiendo de la región, y se restableció gradualmente. El evento sigue siendo un caso de estudio sobre la complejidad y fragilidad de las infraestructuras energéticas.