
Después de la Segunda Guerra Mundial, cerca de 800.000 mujeres soviéticas, 640.000 británicas y miles de francesas que participaron en el esfuerzo bélico, se vieron obligadas a regresar a los roles tradicionales de madres y esposas. En la Unión Soviética, las mujeres que habían combatido en el frente se convirtieron en una molestia ideológica y se les impuso silencio. En Gran Bretaña, el gobierno británico promovió una vuelta al hogar y se exaltó la figura de la esposa como ama de casa. En Francia, la participación de las mujeres en la Resistencia se invisibilizó y se promovió la imagen de la mujer como víctima silenciosa. La restauración patriarcal se impuso en todos los casos, y las mujeres no pudieron convertir su veteranía en poder político o social.