
La conquista romana de Hispania comenzó en el año 218 a.C. con la llegada de Cneo Cornelio Escipión a la península ibérica. El objetivo era evitar que Aníbal recibiera ayuda desde la retaguardia. La acción militar se enmarcaba dentro de la Segunda Guerra Púnica. Los cartagineses controlaban buena parte del territorio del sur peninsular, pero con la derrota de Cartago frente a Roma en la Primera Guerra Púnica, el dominio cartaginés se desintegró. Amílcar Barca llegó en 237 a.C. y aumentó la presión para recuperar la influencia perdida. Su yerno, Asdrúbal el Bello, fomentó alianzas con los principales jefes indígenas. La llegada de los romanos se produjo en 218 a.C. en Ampurias, colonia griega y aliada de Roma. Cneo Escipión obtuvo su primera victoria en las tierras de Cesse. En 210 a.C., Publio Cornelio Escipión, hijo del cónsul, llegó a la península y dio inicio a una campaña que liquidaría la presencia cartaginesa. En 202 a.C., derrotó a Aníbal en Zama. La primera colonia romana de Hispania se estableció en Itálica en 206 a.C. Los territorios hispanos conquistados se dividieron en dos nuevas provincias: la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior en 197 a.C.