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El tiempo no es absoluto, sino que depende del observador. La relatividad especial de Einstein muestra que el tiempo puede dilatarse o contraerse dependiendo de la velocidad a la que se mueva un objeto. La paradoja de los gemelos ilustra este concepto, donde un gemelo que viaja en una nave espacial a velocidades cercanas a la de la luz envejecerá menos que su hermano que se queda en la Tierra. La relatividad general de Einstein muestra que la gravedad también afecta al tiempo, y que la gravedad deforma el tejido del espacio-tiempo. Esto significa que el tiempo puede pasar más lentamente cerca de objetos masivos, como planetas y estrellas. La dilatación temporal ha sido comprobada experimentalmente cientos de veces y siempre se sostiene en los resultados. Por ejemplo, los relojes atómicos, cuando se colocan en aviones que viajan a alta velocidad, marcan un tiempo ligeramente más lento en comparación con relojes idénticos en la Tierra. La teoría de la relatividad de Einstein nos muestra que el tiempo está entrelazado con el espacio en lo que llamamos el espacio-tiempo. Todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá podría existir simultáneamente, pero nuestra mente es la que nos hace vivir el presente y recordar el pasado, mientras anticipamos el futuro.
Un estudio publicado en la revista Current Biology revela que las pruebas de ADN de 14 víctimas de la erupción volcánica de Pompeya en el año 79 d.C. desafían las suposiciones tradicionales sobre género y familia. El equipo de investigadores, liderado por David Reich y Alissa Mittnik de la Universidad de Harvard, y David Caramelli de la Universita di Firenze, encontró que un adulto que llevaba un brazalete dorado y sostenía en brazos a un niño no eran madre e hijo, sino un varón adulto y un niño no emparentados. También se descubrió que una pareja de individuos que se creía que eran hermanas o madre e hija incluía al menos un varón genético. Los hallazgos sugieren que los habitantes de Pompeya tenían diversos antecedentes genómicos y que el Imperio Romano era cosmopolita.
El inodoro es blanco debido a la combinación de factores químicos, microbiológicos y estéticos. La porcelana vitrificada, material utilizado en su fabricación, es resistente, no porosa y fácil de limpiar. La superficie lisa de la porcelana facilita la eliminación de residuos y minimiza la acumulación de bacterias. El color blanco se asocia culturalmente con pureza y salubridad, lo que contribuye a la percepción de higiene que los usuarios esperan en un baño. La primera patente del inodoro se remonta a finales del siglo XVIII y debe sus raíces a la física más elemental. La invención del sifón de Alexander Cumming, un relojero escocés, impulso su patente del inodoro en 1775. La patente de Cumming fue revolucionaria en su tiempo y allanó el camino para los diseños de inodoros modernos.
Un propietario de un Toyota Avensis descubrió que su vehículo estaba equipado con un motor de BMW N47, conocido por sus problemas de cadena de distribución. A los 129.000 kilómetros, el motor tuvo que ser reemplazado completamente. Después del reemplazo, el propietario se enfrentó a más desafíos con campañas activas para reparar otros componentes defectuosos, incluyendo el enfriador de la válvula EGR. Esto resalta la ironía en la percepción de la 'calidad Toyota' y las implicaciones financieras y de imagen para la marca.
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