
Hace 100 años, existían ventiladores que funcionaban sin electricidad ni cables, utilizando fuentes de energía como la cuerda o el motor Stirling. Los ventiladores a cuerda, como los de E. Paillard & Co. en Suiza, necesitaban ser recargados manualmente y podían funcionar durante 30 minutos. Los ventiladores con motor Stirling, por otro lado, utilizaban un combustible como aceite o alcohol de quemar para generar energía térmica y mover las aspas. Estos ventiladores eran robustos y podían funcionar durante mucho tiempo, pero finalmente fueron reemplazados por los motores eléctricos más eficientes.