
La inteligencia artificial puede ser una amenaza silenciosa para los niños y adolescentes, ya que pueden confiar demasiado en la información que reciben de los bots y chatbots, lo que puede generar aislamiento y dependencia emocional. La Asociación Estadounidense de Psicología (APA) recomienda establecer límites de tiempo de uso, adaptar la configuración de seguridad a la edad de cada usuario y fomentar interacciones positivas con la IA. Un caso trágico es el de Sewell Setzer III, un adolescente que se quitó la vida tras desarrollar una relación obsesiva con un personaje virtual. La Universidad de Oxford destaca que la IA expone a los menores a un abanico de riesgos aún más amplio que el de las redes sociales o los videojuegos. La APA y UNICEF insisten en la urgencia de diseñar marcos regulatorios más robustos para proteger a los niños y adolescentes.