
El Protocolo de Escritorio Remoto (RDP) de Windows tiene una backdoor que permite a los ciberatacantes acceder al sistema utilizando contraseñas que se han utilizado una vez y están almacenadas en caché. Esto afecta a todas las versiones de Windows desde Windows NT 4.0 Terminal Server Edition, lanzado en 1998. Microsoft no va a arreglar esto, justificando que así se garantiza que al menos una cuenta de usuario pueda iniciar sesión aunque el PC se haya desconectado. Windows 11 no ha sido tan popular como se esperaba, y muchos usuarios siguen utilizando Windows 10, que solo tiene unos meses de vida.