
En 2013, Apple enfrentó un problema de contrabando de iPhones en China, donde los llamados 'vacas amarillas' compraban iPhones en Estados Unidos y los revendían en China a un mayor coste. Para evitar que los iPhones estuvieran bloqueados para funcionar con las redes chinas, los 'vacas amarillas' dañaban el chip principal de los dispositivos, lo que les permitía obtener un nuevo iPhone de Apple bajo la política de garantía. Esto llevó a Apple a cambiar su política de garantía en China y a implementar un sistema de detección de IMEIs manipulados. Tim Cook se disculpó públicamente y viajó a Pekín para reforzar el compromiso de Apple con los consumidores del país. El esquema de fraude se estima que involucró a más de 10.000 Apple Store falsas y se cree que Apple tardó cinco años en frenar por completo el sistema de fraude.