
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, se niega a convocar elecciones y a dimitir a pesar de los escándalos de corrupción que rodean su partido, el PSOE. En una comparecencia, Sánchez justificó su decisión argumentando que un gobierno de derechas sería catastrófico para el país y que no quiere dejar España en manos de la oposición. Aseguró que las elecciones se celebrarán cada cuatro años y que no se romperá la estabilidad del país para ponerlo en manos de la peor oposición. Sánchez también acusó a la ultraderecha de judicializar causas que no tienen base real. La situación política en España se vuelve cada vez más tensa, con el PSOE y el Gobierno en el centro de una crisis de corrupción que parece no tener fin. Los socios radicales de Sánchez podrían dejarlo caer si consideran que ya no les sirve para mantener su agenda antinacional. La crisis política en España sigue sin resolverse, con Sánchez aferrado al poder y la oposición pidiendo su dimisión.