
El artículo critica la idea de que políticos decidan quién puede ser periodista, mencionando ejemplos de periodistas que han informado de manera sesgada o han cometido errores, pero argumentando que la decisión de quién es periodista debe ser tomada por el público, no por los políticos. Se menciona a Lorenzo Milá y se critica la labor de algunos periodistas en la televisión pública, así como la actitud de algunos políticos hacia los medios de comunicación. El artículo concluye que la intención de los políticos no es mejorar el periodismo, sino sentar un precedente para controlar quién puede ejercer la profesión.