
La ministra de Educación, Pilar Alegría, apodada Pili Juerga, fue interrogada sobre una noche en un Parador que podría haber sido un prostíbulo, junto a José Luis Ábalos y Koldo. Mostró nerviosismo y dio respuestas extrañas. El autor recuerda su propia experiencia en el colegio, en 1995, cuando escondió cigarrillos en una cinta de casete para evitar que los profesores los encontraran. Logró engañar a algunos profesores, pero finalmente fue descubierto por don Carlos. El autor compara su situación con la de Pili Juerga, destacando la similitud en la falta de preparación para responder a las preguntas.