
La izquierda ha perdido la calle y su monopolio sobre las manifestaciones, con cientos de miles de ciudadanos protestando contra el Gobierno de Sánchez. La izquierda intenta minimizar el impacto de estas manifestaciones mediante manipulación estadística y ridiculización de los participantes. Sin embargo, la realidad es que las manifestaciones han sido pacíficas y respetuosas, sin policías heridos ni altercados. La izquierda ha perdido su influencia y su capacidad para crear división social, y ahora se ve amenazada por la libertad y la convivencia.