
El 1 de junio, más de 100 drones avanzados lanzados desde camiones estacionados en varios puntos de Rusia atacaron varias bases aéreas de Moscú. Aunque perdieron la señal, los drones continuaron su vuelo siguiendo rutas preestablecidas y detonaron automáticamente al alcanzar el objetivo. La operación, llevada a cabo por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), contó con la participación de la empresa First Contact y su modelo de dron Osa, que destacan por su sofisticación y capacidades de navegación autónoma. La guerra en Europa del este ha entrado en una nueva fase marcada por la integración acelerada de inteligencia artificial en sistemas de ataque y defensa. Ucrania y Rusia se enfrentan en un duelo donde la innovación no es un lujo, sino un imperativo vital, con un despliegue de sistemas autónomos y drones que han cambiado el equilibrio bélico. La producción de drones de fibra óptica se ha incrementado, con Oleksandr Yakovenko, director de TAF Drones, admitiendo que necesitarían fabricar al menos 70.000 para igualar la capacidad ofensiva rusa.