
Irlanda implementó un programa de renta básica para 2.000 artistas y trabajadores del arte, otorgándoles 1.300 euros mensuales durante tres años. El programa, impulsado por la ministra de Cultura Catherine Martin, tuvo un impacto positivo en la estabilidad económica y la creatividad de los participantes. Un informe de la Universidad de Maynooth reveló que el ingreso permitió a los artistas experimentar y asumir riesgos, mejorando la calidad y originalidad de su producción. El programa también tuvo un efecto en el bienestar emocional de los participantes, con mejoras en el sueño, la ansiedad y la confianza en su trayectoria profesional. El futuro del programa es incierto, pero los promotores insisten en que la renta básica es esencial para hacer frente a las crisis económica y social.