
La patente de Seth Wheeler en 1891 ilustra cómo debe colgarse el papel higiénico, con la hoja por encima del rollo, para minimizar el desperdicio y facilitar su uso. La ciencia también apoya esta orientación por razones de salud, reduciendo el riesgo de contacto con bacterias y gérmenes. El inventor buscaba la eficiencia y no alimentar debates interminables. La patente incluye diagramas inequívocos en los que el papel se desenrolla desde el frente. El doctor Christian Moro explica que colgar el papel con la hoja por encima reduce el riesgo de propagación de bacterias. La evidencia muestra que el uso exclusivo de papel no garantiza una limpieza adecuada y puede provocar irritaciones y favorecer la transmisión de enfermedades.