
Walt Disney, un adolescente delgado y con ojos vivos, se pasaba las tardes en una barbería de Kansas City en los años diez, dibujando caricaturas a cambio de cortes de pelo gratuitos. Su padre, Elias Disney, consideraba que dibujar no servía para nada útil, pero Walt perseveró y aprovechaba cada rato libre para dibujar y aprender. Con apenas 14 años, ya hacía retratos a los clientes del barbero y empezaba a soñar con ganarse la vida dibujando. Posteriormente, se inscribió en el Kansas City Art Institute y perfeccionó su técnica, lo que lo llevó a crear sus primeros trabajos remunerados, incluyendo anuncios en catálogos y revistas.