
Un estudio de Robert J. Antony revela que la piratería en el imperio Qing influyó en la noción de soberanía y en la construcción de las estructuras legales imperiales. La piratería se desarrolló en tres periodos: entre 1630-1680, cuando los piratas jugaron un papel central en la transición dinástica entre los Ming y los Qing; entre 1770-1810, cuando surgió una gran confederación pirata; y entre 1840-1910, cuando la piratería se intensificó en plena crisis del imperio. La respuesta del gobierno Qing fue pragmática, ofreciendo perdones y cargos oficiales a los piratas que se rendían. El estudio muestra que la piratería no fue solo un síntoma del desorden, sino un agente activo en la redefinición de la autoridad imperial y de los límites de la soberanía.