
Un estudio de la Universidad de Duke encontró que el uso de herramientas de inteligencia artificial en el trabajo puede mejorar la productividad, pero también conlleva costes sociales y daña la reputación profesional. El estudio analizó a más de 4.400 participantes en cuatro experimentos y encontró que quienes usan IA son considerados menos trabajadores, menos independientes y menos diligentes que quienes no. La experiencia personal con la IA influye en el juicio de los evaluadores, y el estudio concluye que este tipo de estigmas son inherentes a la adopción de tecnologías emergentes.