
A fines de los años 90, Apple luchaba por mantenerse a flote. Steve Jobs había vuelto a la compañía tras la compra de NeXT, pero ni siquiera el iMac había logrado garantizar su supervivencia. En ese escenario, Jobs se propuso crear un reproductor de música revolucionario, el iPod, que nació con un disco duro Toshiba de 1,8 pulgadas con 5 GB de capacidad y costaba 399 dólares. El proyecto secreto "P-68" casi no llega a ver la luz, pero finalmente se presentó y vendió millones, pavimentando el camino hacia el iPhone y reformulando la cultura digital.